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El 7 de octubre de 1916, el entonces Primer Jefe Venustiano Carranza emitió un decreto en el que se prohibían las corridas de toros en el Distrito Federal, por considerarlo un espectáculo bárbaro y frívolo en tiempos en que el país se encontraba inmerso en una guerra civil.
Algunos diputados, opositores al gobierno del presidente Carranza y aficionados a los toros, presentaron a principios de noviembre de 1918, una iniciativa para permitir el espectáculo de la tauromaquia en el país.
El 28 de noviembre de 1918 se hizo público el dictamen a esa iniciativa. Los diputados Marciano González y Emilio Araujo emitieron un dictamen desfavorable a esta iniciativa. Por su parte, los diputados Basilio Vadillo y José Castillo de la Torre se mostraron a favor de las corridas de toros, ya que consideraban que era una expresión popular muy arraigada en México. Al final, con un estrecho margen de un voto, 84 en contra de levantar la prohibición por 83 a favor, las corridas de toros se mantuvieron proscritas en la República.